[a DAS]
Apoye mi espalda entre el muro frio
que divide el mundo y lo que hoy, soy… fui descendiendo lentamente hasta tocar el suelo, con el anular derecho, cerré mis ojos hasta verme por dentro y note miles de
serpientes sonrientes.
Lloré.
Una vez sentado en el piso,(también
frio)… recordé palabras mientras desvanecía: “sol”; “no” “yo”, “estas”, “ven”, “acá”,
“vos”, “no hay nada” … ese momento cuando mis parpados caían, como conchas de
mandarina; hago un sonido extraño y pienso
surreal como el minúsculo náufrago que toca orillas de sal en la boca de un mundo
espiral con forma de animal.
Me aislé.
Por dos minutos, exhale fuertemente,
sediento: inhale, exhale, volví a inhalar, volví a exhalar, (respire), moje mis labios, una, dos, tres y una
vez más, luego me tendí; recuerdo que la
ventana estaba abierta de par en par y
la calle concurrida, entraba un viento fresco con un sonido violento de mar agreste. Era yo.!
De pie. Inmediatamente lave mi cara con las mismas
aguas saladas que gestaban mis ojos, y busque
un silencio en un cielo (inexistente). Para creerme ileso, Instantáneo, cutáneo
sacudí mi cuerpo, rápidamente me detuve bajo el dintel de una puerta abierta justo antes del susurro tic-tac, que deja el vacío
en ese eco frio de una ciudad hambrienta, que a lo sumo desconocía. –“Es el
tiempo”,-me dije. Parado me quedo latente,
en el espacio-pasado que me sostiene, pienso en tres mujeres, dos hombres, un
niño y un viejo… entonces; tomo la
perilla fría y dorada… girada a la izquierda; tajante en mis ojos, Plaap..! Otra puerta se cierra.
Dudé.
Escuche unos pasos firmes y
apresurados, acercándose al finito que desconozco, vacíos, en esa cárcel
–caníbal, bosque de hombres perdidos. Ya había caminado suficiente por las brasas
de mi mente, era la memoria que gritaba “Estoy acá y no puedo huir”. No
pertenezco aquí. – Pensé.
Como un preso: Temí.
NO tenía fuerzas, escéptico me
acerque al pasillo que gritaba mi nombre por un hombre tan frágil y herido como
yo.
Apoye mi espalda entre el suelo árido
que parte en dos lo que hoy soy… fui ascendiendo lentamente hasta tocar el cielo con mis manos,
cerré mis ojos hasta verme por dentro y sentí
en mi pecho cientos de anguilas ardientes.
Caí.
En el séptimo intento de seis años rendidos,
como un alfiler, en dos segundos un beso en la boca me despertó, cerró mis ojos, toco
adentro, escarbo, hurgo...donde se esconden los miedos y son tardíos mis días, las rabias
lagunas son pozos en reposo, y cuando vivo, no solo respiro.
Ciego, sentado a tu lado, firme y pies sembrados,
palpe tus dedos empuñados, atesorando razones envueltas para estar aquí.
Fue en
ese momento, cuando levante mi cara. Sonreí.
y…
Te vi.