El Señor que no pudo volar


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Qué pasa, cuando llueve sobre las cabezas que ya están mojadas? y ¿Que pasa cuando gritamos en un hueco hondo y vacío donde no hay oídos?
Era un 27 de Diciembre, Navidad. Navidad del 2009.


Era la media noche y los vuelos no se aproximaban, Era mi estomago vacío y una rabia que se acentuaba justo en mi espalda, en la vértebra L5, esa vértebra herida que hace"pac, pac" con esos gramos de titanio encarecidos.
No eran los 30 kilos que me acompañaban, no era las bolsas de recuerdos que dejaba, era mi cerebro, era mis pensamientos y quizás esos remordimientos que me suelen asfixiar en las madrugadas, también el silencio, ese silencio del “solo” del que no habla, del mudo por no estar mudo.
Dos y media de la madrugada, al menos ya comienza otro día y justamente mi ansiedad embargaba el tiempo y eso que llaman añorados y “tardíos horarios matutinos”.
A veces me siento con poder de pararme recto como un astil, erecto y presumido sobre mi vida, cuando es por dentro que se perforan mis defectos como un queso añejo, poroso, empegostado, pero duro como el orgullo y frágil como el desvelo, así soy como las sandias, con esas texturas de Monet, placidas, de rayas o puntos y duras por fuera, y frágiles y suaves internas, con esas semillas imprudentes y ese jugo dulce poco pertinente y que es mejor frío.
Tres y veinte minutos, era hora de tomar un café bien cargado, y un buen pucho. Afuera hay mucho frío, mi garganta se seca y mis ojos son dos agujas afiladas, dos bodegones con mucha arcilla, ásperas por algunos lados y suaves por otros costados. Mis monedas no alcanzan y solo percibo una maquina devastadora de ansiedad; esas “Cofee machine” de nescafe, que provocan al comprador ser un “vouyer fellatio coins”
Cuatro en punto y mis ojos no descansan, diviso un par de niños entusiasmado con este lugar, una pareja de jóvenes viejos Brasileritos entusiasmados con este lugar y varias familias entusiasmadas con este lugar; este lugar es frío, la gente camina sin pisar el mundo, la gente solo carga equipajes y en sus manos varios papeles, todos de pequeño formato, algunos corren con bolsas de Mc Donalds, otros se escurren con esas verdes, aparatosas y ruidosas bolsas de Falabella, con artículos regionales, casi todos en tonos tierras, la gente es así. Discordantes. Este lugar es como un sitio neutro que pretende miles de lugares más
Se escuchan los aviones caer como mangos podridos, aterrizar como palomas hambrientas en la plaza del centro, descender como gotas de lluvia en plena primavera.
Cuatro y cuarenta minutos, me quiero ir.
Cinco en punto, camino. Según este papel de letras azules y números negros, abordo en tres largas horas, es mucho tiempo para un inmigrante, extraño, ansioso y angustiado, es mucho tiempo para el viajero, el viajero ese , desesperado.
Son las cinco y cinco minutos de la madrugada y mi cuerpo me pide que vaya al lugar, a ese lugar donde se da ese papel. “Bording past”.
_Adelante Señor. ¡Puede pasar y dejar su equipaje!.
_Gracias..! Respondo con el tono Optimista de un Tesista Cum laude que espera la deliberación de su trabajo.
Antes de entregar mi equipaje de buen humor, hay un error en mi boleto.
_Sr. Disculpe, su vuelo ha sido clausurado, por poseer un “Vuelo en cadena” y no reconfirmar antes, su reserva se ha caído automáticamente, debe dirigirse inmediatamente a Ventas y reajustar su horario de partida.
_NO hay problema, señorita. Dije con voz decidida y una sonrisa enorme en mi cara.
Cinco y quince minutos, Ventas. Ventas es una oficina que huele a cloro y tras los vidrios esperan dos jóvenes mujeres con apariencia poco amable, casi todas con un exagerado policromatico maquillaje en su cara.
_Muy Buenas Noches. Me han dicho que debo reajustar mi horario de vuelo, creo que hay un error o algo así. Dije, mientras pensaba otra cosa, (quería más café).
_Permítame su boleto. Me dijo la Señorita, muy rapido.
_Espere un momento (habla con su vecina, en voz muy baja y posterior sale de la oficina y atraviesa una puerta gris, que indica en un letrero de acrílico azul y una letra dorada, la palabra: Supervisor).
_Sr. Usted debe de pagar una multa.
_Muy Bien. Otra vez, dije con una voz decidida y una sonrisa enorme en mi cara.
Cinco y 40 Minutos. No puedo viajar. Antes debo de entregarles seis veces mas de lo que posee mi bolsillo. Políticas de la aerolínea.
Que hago? Cuando uno se pregunta. ¿Qué hago? Hay problemas serios, pero no un ¿Qué hago? Cualquiera, es un Que hago? de desesperación, de locura, de desenfreno, de aquel hijo que no ve a su padre por meses, de aquel padre que no ve a su hijo por meses, de aquel inmigrante que siente que no pisa un suelo, de aquel naufrago que besa su orilla, el de la nostalgia y el nativo y sobretodo de aquel hombre que esta en un país extraño, con gente extraña, que no posee ayuda inmediata, y que el dinero, no es algo que le sobra.
Hay un momento en la vida, existes varios segundos en la vida, donde el cuerpo se cae, si, así es , se deja caer como un racimo de uvas en suelo frío, elegante y muy pulido, a veces las frutas se desparraman por el lugar haciendo alarde de la gravedad de los cuerpos, a veces el cuerpo cae sólido, postrado e inmóvil, donde solo se remueve.
Este último fue mi caso, mi cuerpo cayo, cayo seco y apenas se removió.
Cuando cae seco. Es inevitable sentir que el techo que te cubre te aplaste, y es totalmente aceptable sentir perforadas las costillas y que aun cuando el cuerpo ya no aguante, todos los líquidos que circulan internos, te ahoguen, es el momento donde tus ojos son mas hondos y el temblar instantáneamente es parecido a un denso batido de chocolate (con leche) y nueces. Instantáneo, no controlable, de ebullición acentuada y con un torpe micro contorcionismo.
Ahora, cuando los ojos lloran, llorar es un tema elegante, pero que posee varias cualidades, y distintas formas de interpretar, es totalmente polisemico y disfruta de poseer variadas connotaciones.
A los hombres se les permite llorar, pero en silencio, en solitario, y sobretodo sin ningún gesto en la cara que incomode al quien no esta, tampoco se les permite sonidos, ni juegos de saliva, ni gargantas trancadas, esta prohibido gesticular y mucho menos empalmar la boca para tomar aire.
No hice nada de esto.
Se puede no llorar, brotando agua y se pude llorar sin derramar alguna gota.
Yo llore, de rabia e impotencia y no es algo que lo digo con poco orgullo, me enorgullece, botar agua de mis ojos. Sobretodo cuando es por alguien por quien sucede, lo que no me enorgullece es hacerlo incontroladamente delante de quince o veinte personas. Aunque no creo que todos notaron mis ojos rojos y enmantados. Las ganas de quererme ir, estaban frustradas a millones de kilómetros de mi cama y de lo que de adolescente llame hogar.
Seis y veinticinco minutos de la mañana, estaba exhausto, y mi cerebro estaba rendido, mis manos apenas se batían al caminar y mi pies flotaban sin querer flotar; tenía la garganta árida y un sabor a viento frío en el paladar.
Siete en punto, estaba sentado en la acera donde se esperan los remis, a pocos metros apenas mis oídos escuchaban.
Una niña comenta:
_Mama, Mama, es el Señor del problema, el Señor que no pudo volar..!
Mi cara volteo en un cuadro de ¾ en cámara lenta, mis ojos viraron en sentido noroeste y me di un halón de Morris que tardo 5 o 6 segundos. Me pare y encendí otro pucho mientras el otro apenas acababa.
Siete y diez minutos de la mañana. Aun en el mismo lugar, y ya no quedaba lugar para tanta mala espera; quería esperar las ocho menos quince y al menos escuchar mi avión partir. Suelen decir que el hombre debe de esperar hasta el ultimo respiro de cansancio para rendirse y nuevamente inhalar.
Siete y cuarenticinco minutos de la mañana, no escuche ningún avión, ojala se estrelle y demanden la aerolínea.
Ocho en punto de la mañana, me había convertido en un budín donde comen muchos humanos y había perdido mi dignidad, había dejado con absoluta permisividad las risas de otros e inútilmente había regalado mi desesperación a los ojos de los extraños. Me había convertido en mendigo y en vendedor de objetos usados (es mejor no entrar en detalles) y todo esto en tan solo cien minutos.
Tiempo Suficiente.
Ocho y Ocho minutos aproximadamente, tomo un taxi, me voy.
Ezeiza, Aeropuerto Internacional de Bs. As.
08:19 am.

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