El sueño




Esta estadía en casa de mis padres ha sido un poco incomoda, ya casi estaba desacostumbrado a el olor que emana esta casa, se me hacia extraño escuchar todas las mañanas el tormentoso ruido de unos pies arrastrados por el suelo, se me hacia intolerable soportar todas las puertas abiertas y mi paciencia no era lo suficientemente enorme para dejarme de afectar por un camino hecho de  manchas de café, tampoco recordaba esas alergias nocturnas que precedían un sacudon de almohada o la manía de oler rincones polvorientos en los tantos cuartos abandonados de esta casa.

Trataba de quitar esa neblina absorta que embulle desde mis pestañas y darle más brillo y menos opacidad a lo que hace minutos recordaba. Era una playa, una playa inmensa, azul, era poderosa; perdón eran dos playas inmensas, de color azul y poderosas, estaba yo y mi hijo caminando por medio de un istmo.
_Sabes que es istmo mama? , le pregunte. Si, si, si, me contesto muy insegura.

Era de tarde, pero una tarde oscura de esas nubladas que no son tan agradecidas por la personas que frecuentan playas. Eran dos playas, ya lo dije, a mano izquierda una solitaria, a mano derecha una muy concurrida.

Las playas eran idénticas pero con la diferencia del peso de las personas, todas vestidas de colores y de caras entusiastas a medida que caminaba, buscando un buen lugar donde sentarme con mi hijo, el interés por disfrutar ese paisaje se perdía, recuerdo que mi andar se hacia denso y mi hijo ya no sonreía. Una ola emergió, subió a los pocos minutos de emprender nuestra corta caminata, emergió grande e insoportable, Era una Ola de esas que confeccionan sombras que bañan a turistas, Era inmensa, gigante, grande, monumental, era aterrorizante, mi cuerpo paro y se enterró, parece que mi corazón salía y mis labios se secaban y la verdad ni idea de cómo reacciono mi hijo, no lo vi.
NO se como, ni en que momento vi una columna aparecer, un apoyo perfecto se mostraba en medio de la ola, cilíndrico y un poco atornillado; Ahora la ola que se convertía en el núcleo de un torbellino y rodeaba la columna como un chorro engrandecido que bañaba los cielos.
Aparecieron hojas, verdes, llovían hojas verdes por toda la orilla, la columna era un tronco estático y soberbio, marrón, con gruesas texturas y manchas oscuras, era imponente y aplastador. Como en una película muda y acelerada salio un sol que se ocultaba detrás de el tronco que ahora era un árbol, esplendoroso, verdoso y esperanzador.
Mama busco un libro de esos viejos que sus hojas son amarillas y bastante frágiles, lo cerro y se sentó y me dijo: 

“...en las piedras, en las olas, en los obstáculos se esconden las mas grandes esperanzas”

(Creo que mama, percibe lo sensible que estoy y el miedo inmenso que tengo, a la distancia de lo que mas amo).
Le dije: estoy leyendo un libro de José Saramago, pero me parece tan denso que lo detengo cada treinta minutos. Tenia razón, Este miércoles promete ser poco importante.

Casa de mama. 12.01.10

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