10 horas con Laura

[a LL]

Hace dos días conoci a Laura, Mujer de 38 años (al menos eso ella dice, pero justo su piel parece sumar 4 o 5 años mas) Docente de Historia y Critica, Divorciada sin hijos dos Loras, un perro que se llama Londres y muchos sobrinos (todos varones).
Laura es nostálgica y padece de una tristeza que la encierra esos amarillentos y ocres ojos, parece que su risa no es real y el dolor que esconde solapa sus ganas de vivir.
La historia comienza cuando decido ir al Cine, había estimado solo gastar veinticinco pesos, mis cálculos promedio, de gastos básicos y prescindibles solo me permitía gastar a lo que en “cuadros de Excel” llame “Gustos varios”. Tengo una planificación casi irreal pero me complace todos los días modificarla.
No había buenas intenciones de mirar una excelente película, y mucho menos una excelente compañía, se sumaba la tarde de un jueves y el vació de las salas solas con sillas rojas, proyectándose comedia sosa hollywoodense.
Había gastado el doble de lo que estimaba y el resultado no era el esperado. La inversión; Pochoclos casi chiclosos, gaseosa muy azucarada y casi efervescente.
Nunca había estado en una sala de cine “solo” donde proyectasen una película para mi “solo” sin gentes ni ruidos. Era grandioso..! pero a la vez miserable y un poco de olor a inofortunio, había salido de mi departamento casi con el propósito de sentarme justo al lado de alguien extraño y sentir que la soledad la había dejado en casa, en la silla de caño o encerrada en la heladera, al menos por un par de horas. No era justo esto.
En el momento que terminan esos comerciales tardíos, entra una parejita de jovencitos desesperados, con ropas holgadas y morrales enormes, sentados justo en el ultimo rincón de la ultima fila en la parte posterior de la sala, donde el oscuro es mas oscuro, inmediatamente comencé a escuchar hebillas de metal queriéndose desalar, y un par de combos ruidosos mezclados con jadeos y una básica acelerada respiración. Con tanta hambre no preciso ver comensales.
Decido irme. Huyendo del episodio entro a la sala del frente casi escurriéndome entre el principal pasillo negro, sin ver nada, mi instinto me llevo al centro del medio en el primer sitio libre que encuentro, justo inclinando mi butaca me di de cuenta que esta película ya tenia poco menos de media hora, que se trataba de Mitología, que me había sentado al lado de una mujer que no paraba de comer gomitas dulces de colores y que había olvidado en mi otra sala mis pegajosos pochochos y la mitad de mi coca dulce.
_Hace mucho que empezó? Le pregunto.
_Hace poco mas de 15 o veinte minutos,_Te gusta la mitología griega?
_NO, para nada.
_...y que haces acá?
_Es largo de contar, huí de una escena de la que ya había huido mucho antes, pero sin embargo busco en mi propia historia esa escena. (Respondo entre una media risit a falsa picara y tonta y a la vez cuestionandome sobre lo real de las conversaciones en los cines y la posibilidad de conocer alguien dentro de este tipo de espacios).
_No entiendo, pero tenes que contarme, esa huida…! (Me dice mirándome a los ojos) A mi me encanta la mitología, a veces creo que soy Andrómeda y otras Afrodita. Me dice.
_En serio? (pregunto entre dientes y mirando sus tetas, deduzco unos 10 o 12 años mayor que yo). Seguidamente pienso en Afrodita, no se por que.
Tiene unas pecas dispuestas aleatorias y cuando ríe se forman dos líneas al lado de sus parpados, también huele bien y su reloj es muy grande para su muñeca, el pelo es casi dorado pero sus pestañas son oscuras, sus tetas son enormes y presas de la gravedad, viste de gris y blanco y casi no usa accesorios.
_De donde sos? Me pregunta velozmente. Interrumpiendo mi análisis.
Odio cuando me preguntan eso y odio mas responderlo, me agota, quiero decir.
Finalmente cuando le respondo, se escucha un “Shhhhh…” muy abrupto, muy tajante.
La película termino, después de una hora y algo, un poco de risa, muchos “Shhhh..!” media hora de su codo en mi antebrazo casi tocándome, mas de diez minutos de su azucarado índice y anular derecho en mi pulgar izquierdo casi rozándome, y casi una hora de su muslo roca en el costado de mi pierna sumaba un dialogo casi mitológico, una mirada a Arcos nocturna.
Salimos rápidamente como dos amigos adolescentes riéndose y bajando por las escaleras.
_..y ahora? Le digo con tono inseguro pero lleno de táctica.
_ Hablamos en un café, tenes que contarme esa historia de la huida. (Me responde confiada y relajada. Parece que el nervioso aca soy yo).
Dos cortados y dos media lunas por favor, y el agua con gas que sea grande..!
A veces Laura se ríe sin motivos, bueno al menos eso creo, a veces tiende a tocarse sus cejas mientras habla de si misma y otras veces retracta lo que dice levantando su dedo índice y luego marcándolo seguidamente en sus labios.
Laura promete no buscar razones para no estar sola, y me aclara con propiedad que lo que llamamos “Libertad” es un estado vivo del manifiesto de vivir, casi inherente en los individuos y que para encontrarnos realmente, realmente tenemos que encontrar la palabra.
_Lo peor..! Dice.
_Es que la tenemos ahí, con nosotros y no la vemos, siempre somos presos de los otros. De quienes amamos, de nuestros seres cercanos, y la felicidad en definitiva no es la nuestra es la de los otros, somos felices cuando quienes nos ven se sienten bien.
A veces cuando habla, puedo mirar sus corneas y juro que alguien la envió por breves días breves horas, a decirme algo que no se que es.
Después de hablar de arte, cultura, aborigen, Sur África, Latinoamérica y sus costumbres, Ovnis, el por que de algunas inconclusas, muchísimo de historia Nacional (debo de confesar, que odio la historia, objeto que nunca manifesté en estas horas).
Después de unos largos e incómodos, sesenta segundos sin hablar. Pregunto:
_..y ahora, Vino?
_ Quizás. (con una sonrisa retorcida y de nuevo su dedo en su ceja)
_Vivo cerca. Digo.
Esa noche. Después de un salame muy blando, cuadros de queso amarillo, una botella de sirah casi vacía, cientos de reproducciones con la misma canción, una conversación silenciosa y llena de extrañas y ficticias promesas, La negación de la mujer quince años mayor, Las Bruscas y divinas intenciones y una olvidada chalina de lana blanca, Laura después de casi diez horas, jura no saber más de mi. Deduzco cosas pero no atrevo a afirmarlas y puedo asegurar que su nombre no es el que dice.
A propósito la canción mil veces repetida se llama “Confía”.

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