Veinte Sabados

[a FMP]

Shhh.. (Silencio)
No hace ruido.
Shhh… silencio con los ojos no abiertos - casi abiertos - medio abiertos.
Aquí:
Mi cara pegada a la espalda de alguien que recién llega, pero parecen años aunados… mi brazo izquierdo tendido en su costado izquierdo siguiendo una línea que ondea, buscando la forma sedienta de un cuerpo hambriento.
Shhh.. Silencio que estamos solos y nadie lo puede saber.
Cuando entramos al A2, era  casi la mitad de la noche, lo primero que hice fue dar un paso al centro del espacio donde mis ganas de llorar era un sirope amargo en un postre de risas. Estaba asustado y a la vez tan inquieto, tenía una montaña de  problemas con unas  ganas de salir por la ventana y esconderme en el ataúd imaginario que levita detrás del edificio; pero creo que estaba un poco ebrio y me podía caer.
En se instante me abrazo y yo empuje los cuerpos contra la pared para aferrarme aún más al momento; la palabra que me definía era “CONMOCIONADO” así que decidí vivir esos minutos con un batido de  rabia, dolor y miedo…  ligeramente  parado en el borde de la mesa  justo al lado de la palabra “deseo”.
 Tenía ganas de llorar pero también reír, ganas de quedarme solo pero también de quedarme ahí; acompañado.  _Estas borracho? (dice con ese tono de madre complaciente, que me vuelve loco). Apoya las plantas de sus manos en los lados de mi boca y levanta mi cara para ver mis ojos, con su pulgar sacude el agua de  mis parpados pero  estaba tan oscuro que no logre disipar su gesto; enfurecí y penetre mi cara en el costado derecho de su cuello, respire su piel para sentirme vivo, fue cuando exhalo bruscamente y levanto todo mi cuerpo dos centímetros del suelo, JUSTO AHÍ…
… pasaron dos horas en dos segundo.
Fue cuando comprendí que vitalmente necesitaba “ser querido” ya había estado suficientemente solo y había olvidado las palabras de alguien que simplemente “te quiere”
Yo no era tan boludo para saber que quien me acompañaba era tan necesitado como yo, lo bizarro en ese espacio es que no ansiaba el sexo como otros hombres, me arrastraba una ansias de abrazar y dejar el tiempo pasar, permitirme amar con la mirada de un tipo abandonado.
Dos pasos  atrás, digo: “rápido pero lento”, respiro, tomo agua… - Siento algo y me caga todo lo que siento. – (Susurre)
¿Qué pasa? Me pregunte, mirando la pantalla chica de un teve rojo en el piso, con la mirada perdida y vacía y un brazo extraño cruzando diagonal mi espalda.

Dos semanas antes:
 -“Yo no creo en eso, que un clavo saque a otro clavo” dijo mirándome con  esos ojos saltones pero ala vez chinos cubiertos por una esfera gris y entumecida.
Veni! Veamos tele. Osado, cruzando el pasillo y sentándome en el borde derecho de la cama, Yo tengo la mala costumbre de darle nombre y cuantificar cada actividad y a esta la había llamado “Hola y Sexo” y solo emplearía 45 minutos entre el “Hola y Chau” pero como los mortales desconocemos lo que sentimos en el momento justo que nos sucede, ese día “el chau” se extendió a 24 horas entre el “hay algo en este cuarto y él te espero de nuevo”.
Seguía Osado, Estorbaba el jeans y sentí una mirada inherente en el rostro cómplice de quien en ese momento me acompañaba. Mientras se sentaba había una rigidez en su cuerpo, estaba esperando algo que yo sabía muy bien que era, pero deje pasar algunos minutos hasta que el hambre nos consuma iracundos.
En un cerrar de ojos  ya estábamos consumidos, parecía un tsumani de movimientos en una cama pseudo usada. A veces clavaba la pepas que contenían su iris mientras yo preguntaba En que pensas?
_Donde estabas, todo este tiempo? (dice despacio con la mirada fija donde sus ojos casi no se ven) _ Diooooos! (susurrando, con voz ronca y oscura, palpando con sus cinco dedos la circunferencia seccional y completa de mi miembro. En posición fetal mi pene se hace grueso y su dedo anular logra apenas rozar su pulgar, ese de su mano derecha, En posición frontal mi axila es cavidad que refugia su lado amable– En posición humana, la del varón rendido, un beso en la espalda rompe el letargo antes del sueño y despierta el desconcierto, ese que llevo por dentro desde hace algunos años atras. NO puede ser..! Me dije, habían pasado solo unas diez horas y en este cuarto hay un ligero olor a tiempo, una estela de: “ya lo había vivido” un dejavu que nunca hice saber, pero estaba ahí, como mojado en un sartén caliente sobre la estufa.
_ Otra vez, vamos Rápido pero lento, dije. Con la mirada fija al plafón de vidrio esmerilado que opacaba aún más  una luz apagada. Eran las seis y dieciséis y  sonaba Gustavo Cordera cantando: “Cuatro ebrios se lo llevan al rockero, otra vez ha fracasado el funeral en el barrio se relamen las pancartas avivando el modelo para armar…”
Yo creo en los días, y creo en los tiempos, creo en conocer y personarme ante las causalidades, creo en los minutos y los segundos vitales, y creo en estos dos, diez o veinte sábados eternos.


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